miércoles, 11 de noviembre de 2015

2


Alguna vez quisiera
besar los muslos 
de una maratonista
apretar con mis manos
sus tobillos gruesos
deslizar mi lengua
por sus pantorrillas de piedra
dejar que esas piernas
como dos serpientes invencibles
rodeen mi cuerpo
y que su sexo me degluta,
las dos piernas 
de mi corredora favorita
elevadas al cielo,
de los pies veloces
los dedos crispados
como los de quien adora
a un dios intimidante.